La escuela como institución es motivo de estudio de las diferentes ciencias y teorías que dan explicación al comportamiento social; entre estos tenemos a la antropología, la sociología, la psicología y las teorías organizacionales y administrativas.
En esta misma escuela se da con mucho énfasis la chocante división entre la teoría y la práctica, es decir, unos hacen, ejecutan y aplican, mientras otros piensan en la escuela, analizan y realizan los proyectos, por lo que la verdadera participación de los actores que la integran queda relegada, fracturada o fraccionada.
Con esta división el docente se convence de que es un simple ejecutor y que las tareas de planificación corresponden a otro, lo que limita su actuación y participación en la planificación de los proyectos que se desarrollarán en la institución.
La actual realidad global requiere de un docente con una nueva concepción de la forma de enseñar, con condiciones y cualidades distintas del docente de hace algunos años, cuyos recursos eran la clase expositiva y la memorización. El maestro que se tiene que formar para la actual realidad, debe tener visión transformadora, además de estar preparado para la toma de decisiones más complejas que las que tomaba el maestro del pasado.
En este orden de ideas, la gerencia participativa adquiere un valor preponderante en la gestión escolar, por cuanto involucra a todos los actores de la cotidianidad institucional, convirtiéndola en una construcción colectiva.
Si bien es cierto, la decisión en torno a quienes participan y en qué participan, está condicionada por la legislación y las autoridades gubernamentales, es la intensión y el compromiso de los gerentes de la escuela en permitir la participación colectiva, lo que le va a dar a los proyectos o actividades que se planteen, la viabilidad necesaria para su concreción. De no hacerlo, se corre el riesgo que se pierda credibilidad en los procesos participativos. Para conducir proyectos o actividades en la escuela, se requiere que los gestores tengan la disposición a compartir decisiones que anteriormente le eran exclusivas, es decir, se necesita de dotes de liderazgo participativo en función de objetivos comunes, con el fin de estructurar equipos de trabajo capaces de transformar el funcionamiento organizacional en fuentes de aprendizajes y de intercambio para sus integrantes.
Para finalizar se debe acotar que la gestión participativa de una gerencia no debe ser un obstáculo generador de nuevas trabas, sino una herramienta que contribuya a la toma de decisiones más adecuadas y a la verdadera transformación del hecho educativo.
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